De espaldas

La vida quiso encontrarnos. Ponernos en paralelo, en perpendicular, boca arriba, boca abajo, pero nunca de espaldas.
Nadie lo quiso así, pero no todos los cambios de rumbo se eligen y se le antojó rascar lejos en el mapa, como si un pájaro fuera a resolverlo todo.
Ayer fue un día más. Ni más ni menos duro. Pero tampoco estabas cuando entré por la puerta, ni mientras preparaba algo de cenar y deseaba que fuera para dos. No te encontré cuando quise repartir una cerveza en un par de vasos, ni en el momento en que el sofá se resignaba ante una nueva descarga de día sobre él.
Y, sin embargo, qué cerca te siento. Qué próximo el momento en que celebremos que el dorado solo abarca un punto del mapa. En el que los buenos días no se retransmitan a través de 4G. Cuando las buenas noches se conviertan en un beso en la mejilla y no en una vuelta sobre la almohada.
Ese momento en el que algo no habrá cambiado, y es que seguiremos sin estar nunca de espaldas.

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