No hace falta ser un Sapiens para saber mantener mandíbula y maxilar a raya cuando lo que se pretende contar no está archivado a fuego en la memoria útil y contrastada. A veces es muy necesario un cien por cien, un "hablo de lo que sé" y "opino de lo que se imprimió en mis retinas". Las críticas gratuitas, para nada fundamentadas y en absoluto constructivas deberían quedarse, como mucho, al filo de las papilas gustativas. Ahí estarían bien; resonando en la cabeza de quien quiera contaminar el aire con discursos de mercadillo.
Es una pena que no exista una cadena perpetua para los comentarios que hacen "que suba el pan".

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